Cuando llega el
17 de enero se celebra por parte de los cristianos, la festividad de
San Antón en la que los fieles llevan ese día a sus animales para que sean bendecidos por la iglesia, en realidad es el cura quién los bendice, subido a una plataforma para que todo el mundo lo pueda ver desde allí arroja agua bendita para el consagrado de los canes, los más numerosos y otros bichos. Gente que pide ese agua en recipientes al orador para llevársela a su casa o vete tú a saber con que otros fines y demás. Gente que el día de antes anda corriendo a la tienda de animales más cercana para vestir a su fiel mascota con las mejores galas. Gente que no tiene a nadie más, que a su querida mascota y que por un momento, aparta su soledad para tener una mañana de lo más entretenida.
Como no, allí están los caballos y sus caballeros municipales del excelentísimo ayuntamiento para hacer gala de sus crines y a la par, recibir ese líquido pulverizado.
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